Retales de luz

Mis pálidos dedos de uñas nacaradas pasean entre tu bello vestido de novia, de plateados reflejos y brillantes gasas.

Largas horas hemos pasado, viendo volar lentamente las hojas del calendario.

Es fría alba de dulce primavera cuando por fin nos damos el "sí quiero", en el claro del bosque frondoso donde la escarcha azucarada cubre las nubes de tu pelo.

Entre algodones de cielo vuelan las níveas palomas mientras sonríes, entreabiertos los labios, reflejando el aura de tu alma.

Y las flores desprenden una luz propia, esas rosas, que ni rosas ni rojas son.

Piel pálida manchada de nata, naricita sonrosada se hunde en una tarta, mientras con extrema delicadez paseo mi lengua por tus azucaradas mejillas, en un desayuno de boda íntimo y atípico.

Porque es por la mañana, cuando la atmósfera es clara, que nos casamos sin más luz que la de la aurora. Y la boda se celebra, como tantas otras, entre colores pastel y plata.

Se acerca el día y la nieve clara, y nos tumbamos en nuestro pequeño pedacito de mundo, donde los árboles son altos y las estrellas, aún cercanas.

Y en el silencio luminoso de un bosque nevado, cuando el paisaje es claro y el cielo perlado, descansa tu pelo mecido en el vaivén de mi pecho.